Rutinas, rituales, y cuáles son los más importantes que deberíamos tener
¿Rituales? Al principio esa palabra me hacía pensar en algo religioso, pero no tiene nada que ver con la religión lo que vamos a comentar en este artículo. Probablemente ya realicen rituales diarios que incluso no los tengan identificados como tales, pero que junto con los hábitos son fundamentales para moldear nuestro día de manera de podamos enfocarlo hacia lo más relevante. Vamos a entender por qué son tan importantes y cuáles son los principales que deberíamos implementar en nuestra vida.
La definición formal de rito es “una costumbre o ceremonia que se repite de forma invariable siguiendo determinadas normas”. Un ritual es la celebración de ese rito, llevarlo a cabo. Si ya leyeron el post sobre los hábitos verán la similitud entre ambos temas. Como ya lo comentamos antes, es importante definir una rutina para un determinado momento del día o circunstancia (por ejemplo, al despertarnos o antes de ir a dormir), con el objetivo de que se convierta en un hábito luego de repetir esa rutina siempre de la misma manera. Recuerden el “ciclo del hábito” explicado en el post que mencioné más arriba:
SEÑAL – ACCIÓN – RECOMPENSA
El propósito de que esa lista de acciones se convierta en un hábito es que el cerebro va a “cablear” esa serie de pasos dentro de sí mismo. Por esa razón, luego de un tiempo la vamos a empezar a hacer de forma casi automática, quitándonos la necesidad de tener que decidir cada día y a cada momento qué hacer.
“Decision fatigue”
Este término que suena tan extraño en español, “fatiga de decisiones”, se refiere al hecho de que nuestro cerebro tiene una cantidad límite de decisiones que puede tomar por día. Por lo tanto, si cada día tenemos que pensar qué hacer a cada minuto en lugar de tener nuestro día planeado, esas decisiones se agotan rápidamente y con temas poco relevantes.
Veamos un ejemplo para explicarlo más claramente: si al llegar al trabajo tengo que pensar con qué tarea empiezo, o si mejor tomo un café primero, o si leo un artículo que me compartieron por alguna red social, al llegar el momento de tener que decidir sobre algo importante respecto a un cliente a media tarde, es probable que ya haya alcanzado el límite de decisiones del día y mi cerebro se niegue a cooperar. La forma de solucionarlo es diseñando rutinas o rituales, que nos eviten tener que tomar las mismas decisiones todos los días.
¿Cuántas rutinas necesito y cuáles son?
No existe una cantidad fija de rutinas ni una lista especifica, por supuesto, pero tengo algunas para sugerirles que considero que son las principales y con mayor impacto.
- Rutina matutina
- Rutina de inicio de trabajo
- Rutina de fin del trabajo
- Rutina nocturna
Podríamos agregar muchas más, pero si no tienen al menos estas cuatro funcionando, no tiene sentido agregar otras. Veamos de qué se trata cada una:
Rutina matutina
Esta es la serie de pasos que realizaremos luego de despertarnos. Implementar este ritual nos permite empezar el día preparados, con energía, sin estar con los apurones de último momento y ya listos para enfrentar el día. Al revés de lo que pueda parecer, es aún más útil para aquellas personas que no son madrugadoras y que les cuesta mucho levantarse y ponerse en movimiento.
Ayudita: escribir (sí, a mano) la lista de acciones en un papel (sí, ¡en un PAPEL!) para no tentarnos con leer publicaciones en el teléfono celular desde antes de salir de la cama (tranquilos, todos lo hacemos o hicimos alguna vez). Pueden ver el artículo totalmente dedicado a esta rutina acá.
Rutina de inicio de trabajo
Siguiendo al pie de la letra la lista de actividades que definan para cuando lleguen a la oficina (o justo antes de empezar a trabajar si lo hacen desde su casa), evitarán descubrir que perdieron media mañana respondiendo e-mails que no eran urgentes, que se quedaron con menos tiempo para finalizar una tarea que tenía una fecha límite o, peor, la primera media hora (con suerte…) de trabajo se fue en Facebook!
Atención porque si no tienen una actividad laboral específica pero se ocupan de su casa, todos estos consejos son igual de relevantes. ¿Quién es capaz de negar que las tareas del hogar insumen también mucho tiempo y energía, y que necesitan administrarse al igual que tareas de oficina?
Ayudita: si van a incluir la lectura de e-mails en la lista, NO incluyan la acción de responder cada correo o ponerse a trabajar de inmediato en un pedido que alguien les haya hecho. Eso podrán hacerlo unos minutos más tarde, durante el momento del día en el que hayan planeado esta actividad, pero no es recomendable que sea de las primeras tareas del día. Vean una guía sobre cómo armar esta rutina acá.
Rutina de fin del trabajo
Al contrario de lo que pueda parecer, todas mis sugerencias que encontrarán en el blog son para trabajar menos y no más. Esto es por dos razones: la primera es que al trabajar de forma más productiva, lograremos hacer lo mismo pero en menos tiempo (ganando tiempo extra para nosotros), y la segunda es que para poder tener el mejor rendimiento en lo laboral, debemos respetar también los momentos de descanso y esparcimiento. Además, ¿qué sentido tiene cualquier esfuerzo si no viene un momento de disfrute después? Luego del trabajo tenemos que poder darle un corte a lo profesional para poder enfocarnos de lleno en nosotros y nuestros seres queridos.
Dicho esto, lo primero será poner una alarma para empezar a prepararnos para cerrar el día laboral, ya que el trabajo nunca se termina y lo que queda lo retomaremos al día siguiente. Si en la lista de acciones van a incluir responder a e-mails, asegúrense que sean sólo los estrictamente urgentes que no puedan esperar al próximo día. Lo que deberían incluir sí o sí es la revisión del plan para el día siguiente: reuniones, citas, y objetivo principal a cubrir.
Ayudita: cuando suene la alarma, pongan música que los acompañe mientras van haciendo el cierre del día (usen auriculares si están en un espacio compartido, por favor). Yo suelo poner alguna canción del tipo de “Happy” de Pharrell Williams o alguna otra que me inspire felicidad y satisfacción por la jornada que acaba de terminar. Lean cómo crearla acá.
Rutina de la noche
Esta serie de pasos les traerá tranquilidad y orden a todos, pero especialmente a quienes son (¡somos!) más noctámbulos, los llamados “night owls” o “búhos nocturnos”. Somos quienes estamos con las pilas al máximo a la noche y nos cuesta levantarnos a la mañana. Por un lado, tener la lista de acciones establecida y con horario les permitirá acostarse a horas más razonables para alcanzar las horas de sueño necesarias. Por otro lado, al incluir dentro de la rutina actividades que sirvan para dejar listo lo del día siguiente (ropa, materiales, utensilios para el desayuno, etc), estarán más preparados para empezar la jornada durante el momento del día en el que tienen menos energía. En este post conocerán cómo diseñarla.
¡No todo es prepararse! También es bueno incluir alguna actividad de relax como leer, meditar o una taza de té.
Cómo se logra la rutina perfecta
Para evitar frustraciones, es importante que sepan que NO van a lograr la rutina perfecta desde el principio. Hay que tomar conciencia sobre este punto porque si no funciona de entrada, nos podemos decepcionar de nosotros mismos y abandonarla.
Mi recomendación es hacer una primera lista de pasos que sea corta y sencilla de llevar a cabo y luego, cuando ya hayan conseguido hacerla durante una o dos semanas, podrán agregar alguna actividad más. Cuando vean que algo no está funcionando, traten de analizar por qué y modifíquenlo o mejórenlo, pero no abandonen. Por ejemplo, si no están acostumbrados a hacer actividad física y en su rutina de la mañana escriben “hacer 500 abdominales”… mmm, lo veo complicado. Para este caso les propondría agregar el ejercicio luego de tener el resto de la rutina convertida en hábito, o al menos empezar con algo que sea posible de cumplir (¿5 abdominales quizás?).
Además, durante nuestra vida vamos pasando por distintas etapas y situaciones, y tenemos que adaptar nuestros “rituales” a ellas. No será igual una rutina para quien tiene hijos pequeños, los tiene en edad escolar, o no tiene hijos en la casa. También hay que adaptarse cuando tenemos cambios de trabajo o inicios de nuevas actividades, e incluso conviene tener rutinas distintas o modificadas para momentos específicos. En mi caso, mi rutina de la mañana es diferente cuando estoy de viaje por trabajo, de la que tengo cuando estoy en casa. Incluso la que hacemos de lunes a viernes seguramente es diferente que la que seguimos los fines de semana.
Si bien las rutinas nos dan la idea de algo rígido, esta flexibilidad que menciono nos facilitará ponerlas en práctica y, sobre todo, mantenerlas.
¿Identificaron si ya tenían alguna rutina establecida? Revisen la que tengan o diseñen una nueva y propónganse cumplirla por al menos dos semanas. Después cuéntenme cómo les fue, y especialmente sugerencias de lo que les estuvo funcionando.
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